viernes, 24 de abril de 2009

Otro paradigma

Por Juan Pascual

Con una dedicación “a los socialistas de todos los partidos” comienza Camino de servidumbre, libro del premio Nobel en economía Friedich August von Hayek. Dirigido a un público amplio, el texto tiene como blanco a la planificación económica estatal de la Unión Soviética (y su parentesco directo, según el autor austríaco, con la política nazifascista). Fue escrito entre 1940 y 1943: von Hayek también estaba maquinando para Alemania el después de la segunda guerra, una salida capitalista contrapuesta, a su vez, respecto de los triunfantes y extendidos preceptos de John Maynard Keynes, un rival con el cual ya había sostenido varios debates. Allí, en esa sola escena, están presentes tres de las formas que dominaron el modelo de relación entre Estado y producción desde la primera guerra mundial hasta la década del '90. La cuarta, la de von Hayek, tendría que recorrer un camino más largo.

Para reconstruir ese sendero, basta con indicar ciertas políticas de difusión de Camino de servidumbre. Ya en 1945 Reader's Digest, un formateador mental para el middle american, hijo de las guerras, el puritano anticomunismo y el consumismo del Welfare, resumió el libro y lo hizo llegar a 600.000 lectores. General Motors convirtió la obra en un folleto de circulación masiva. Reagan, por su parte, aplicaría el término “Welfare queen”, reina del Estado de Bienestar, en un discurso de 1976, en la campaña de las primarias para la presidencia: aludía a una mujer que tiene “doce tarjetas de seguro social y recibe pensiones de viudez por cuatro inexistentes maridos veteranos de guerra”. La violenta exageración recuperaba el goteo persistente que se derramaba desde principios de la década del '60 en la cultura norteamericana. Aquí también Reader's Digest es ejemplar, con sus repetidas notas sobre el funcionamiento de la keynesiana ayuda estatal y las conductas femeninas de desbocada reproducción extramarital, en pos de cobrar mayores estipendios a ser derrochados en drogas. (Nada de qué espantarse: el pasado 5 de abril Clarín publicó una obscena pieza titulada “La fábrica de hijos: conciben en serie y obtienen una mejor pensión del Estado”; hace pocos días se pudo leer un cartel con la frase “Control de natalidad” en una de las movilizaciones por el asesinato de Daniel Capristo ).

Esos excesos son constitutivos del discursete sobre los “parásitos del Estado”, contrapartes fieles de los “inútiles burócratas”. La organizada y sistémica debacle del Welfare (transformación del capital vía explosión del desarrollo y reconversión tecnológica de la gestión laboral y los procesos de producción, obesidad financiera y desguace del Estado mediante) allanó el pasaje hacia la instauración del sueño de von Hayek, cristalizado en un término hoy más que conocido: neoliberalismo.

Algunos de los subtítulos de Camino… rezan Por qué los peores se colocan a la cabeza o La ilusión del “control” democrático o El valor último es la libertad, y no la democracia. El proyecto de un Estado impotente, reducido a la observación del capital en posición de mando económico (eso que se suele llamar “seguridad jurídica” para la vida de un “libre mercado” que se extiende hasta sobre el comando concreto de las fuerzas represivas) mostró sus límites durante 2008, con las sucesivas quiebras y estatizaciones de las megaentidades financieras globalizadas. Hoy, estamos ante la persistente existencia residual de los paradigmas del siglo XX y frente a la completa y absoluta ausencia un nuevo texto que pueda disolver y redefinir las categorías que estructuraron las relaciones entre Estado y producción. Un texto que recupere la potencia creativa tecnológica de la libre cooperación democrática con una forma pública del mando económico. Una invención que supere y subsuma acciones que todavía son gestos –a veces no menores– como la estatización de correos, aerolíneas y las AFJP, la presencia de Aldo Ferrer en Siderar, el proyecto “Tren para Todos”, la soberanía energética venezolana, la fabricación de fertilizantes por el Estado brasileño o la práctica nacionalización norteamericana de la paleopetrolífera GM. No otra cosa está en la discusión del futuro, ni frente a otra cosa se suelta el feroz bramido de los conservadores.

Publicado en Pausa #35, viernes 24 de abril de 2009
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