martes, 25 de agosto de 2009

Construcciones

Una lectura sobre dos elecciones: el Reutemann bipolar, las dudas del socialismo y el auge de la Franja Morada.

Por Juan Pascual

Recapitulemos. En las recientes elecciones primarias en Rosario, la cuna del proyecto oficial, triunfó el PJ y, dentro de éste, la línea kirchnerista de Agustín Rossi y Héctor Cavallero: un ex intendente (otrora socialista) bien recordado por algunos en un lugar donde Carlos Reutemann jamás terminó de hacer pie. Cabe recordar que Rosario fue uno de los muuuy pocos departamentos en los que el 28 de junio ganó Rubén Giustiniani. El domingo pasado, por sí sola, la candidata ganadora del Frente Progresista obtuvo 24.200 votos más –6 puntos porcentuales por encima sobre el total de votos efectivos– que el futuro cabeza de lista del PJ. Así que la cosa va a estar bien caliente en las generales del 27 de septiembre.
Por otro lado, hace un mes el 53% del electorado de nuestro departamento apoyó a Reutemann, quien sacó una diferencia de 20 puntos sobre el candidato socialista. Pero hace menos de una semana, los dos candidatos del reutemanismo –en tanto el ex automovilista salió (¿más allá de su voluntad?) en las carteleras de 100% Santafesino junto al joven Sebastián Pignata (cuya mayor virtud política es ser nieto de Alberto Maguid y, por ende, el laborioso apoyo de los empleados y militantes de UPCN) y presentó como línea interna en el PJ a Chiquito Campanella– si hubieran sumado sus votos no habrían llegado ni al 25% del electorado.
De hecho, cada uno de ellos por separado no llegó a igualar la marca del precandidato derrotado del Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS), Jorge Henn, quien los superó por 3 puntos porcentuales, también considerando el total de votos. Ni qué comparar con el resultado del Frente Progresista como un todo: sus dos precandidatos más importantes, ambos de cuño radical, sumaron el 44%, contra el 26% y 15% del PJ y del partido del Oscar “Cachi” Martínez. La mitad de los votos triunfadores (22% respecto del total, obviamente) fue a la estrella de la jornada, el secretario de Gobierno de la Municipalidad José Corral. Es más, la presencia territorial del FPCyS fue abrumadora: sólo cayó en El Pozo (34 votos), Alto Verde (294) y La Guardia (49).
Un primer dato: el ya clásico menosprecio de Reutemann respecto de la estructura y militancia del PJ. Como dicen algunos adherentes locales, “cerró durante 15 años al partido... ¿qué va a quedar si el tipo se muere?”. Ungido bajo el calor de la ley de lemas –que fue a la vez un producto de un pacto con un actual compañero de asados, roscas y urnas, su ex contendiente y ahora presidente de Rosario Central, el radical Horacio Usandizaga– y el dedo farandulesco del menemismo, Reutemann le encajó al PJ local una larga ristra de parientes y amigotes, más o menos vinculados con el jet set vernáculo, de todas las edades y de dispar desarrollo cognitivo, parasitando verticalmente la estructura y vaciando la producción de cuadros políticos y técnicos. El partido pagó gustoso el anquilosamiento –bien lo valía el arrastre de esa figura– para desnudarse finalmente en el 2007 como una cáscara a la que se le tuvo que importar un candidato eminentemente porteñizado, Rafael Bielsa. Arrugador nato en los momentos complicados (la presidencia en 2003, el gobierno provincial en 2007), apoltronado en su bancada de senador, todavía se recuerda cómo supo hacerle más de una vez un insidioso acorralamiento interno a Jorge Obeid, con quien alternaba en la Casa Gris. Dicho más cortito, el tipo siempre trabajó –y con mucho éxito– para sí mismo, sosteniéndose en mayores o menores aparatos de asistencia social –en su versión más repugnante está Adriana Cavutto y los galpones de (inutilizadas) donaciones para inundados y en su variante más picaresca los vales por descuentos para garrafas, en la última contienda legislativa– y en un fluido contacto material y espiritual con lo más granado del capital concentrado local: un sojero privatizador.
Por su parte, el socialismo dio cuenta de dos desaciertos: uno coyuntural, otro histórico. El último acaso haya sido la causa del primero.
La más chinchuda agrupación universitaria sabe que un partido encarna en sí mismo una opción de gobierno en el Estado y que para eso hay una sola vía legal: ganar elecciones. Tal vez sin haber meditado conscientemente sobre los tiempos electorales, el FPCyS pareció esperar manso desde el inicio de su gestión a la postulación del tanque suizoalemán pejotista, quizá creyendo que el envión del 2007 se iba estirar, quizá minusvalorando el peso de esa contienda, que al fin se reveló en todo su alcance: se trataba justo de la más importante, la que no se podía perder, contra el rival más significativo a batir. ¿Cómo soportar ahora a Juan Carlos Mercier o a Mario Lacava, más envalentonados que antes, en la Legislatura? Y no pasaron varios años: el socialismo perdió en la primera elección de la gestión. Y fue con mucho ruido: el ganador fue tildado otra vez como presidenciable; el perdedor, en vez de reducir el impacto de la mínima distancia de dos puntos, la embarró feo con aquello del “síndrome de Estocolmo”.
Dos preguntas se abren a partir de los resultados de junio. Una: ¿qué hará el socialismo para anclar de una vez en ese territorio que hoy, con un eufemismo de falsa nostalgia, se llama “los barrios”? Los 20 puntos de diferencia en La Capital se constituyeron, sobre todo, en el oeste de la ciudad de Santa Fe. Eso no puede no indicar una defección y un imperativo de autocrítica. Sin un sistema de porosidad entre Estado y exclusión que reemplace con efectividad al puntero –figura vilipendiada en los medios, la mayor de las veces único canal de asistencia y ordenamiento en la miseria–, sin construcción y tiempo vital compartido, sin la presencia (al menos) de un santafesino en las listas, no hay obra pública, hospital, titularización docente o reforma institucional que supere la más cercana sonrisa del dos veces ex gobernador. Y dos: habiéndose presentado de diferentes formas como defensores de lo que se dio en llamar “el campo”, ¿cómo digerirán que el voto rural también haya apoyado masivamente al PJ, hasta en dos departamentos tamberos como Las Colonias y Castellanos, donde Reutemann sacó 20 y 18 puntos de distancia?
El segundo error, el histórico, adquirió su dimensión y su carácter casi irreversible a la luz de los resultados. Como es casi habitual, la plaza lo vaticinó con su crítica. “¡Dejen de joder con las pruebas incompletas y entreguen las que tienen bajo llave para que sean analizadas por la Justicia! Y si no, serán cómplices ante la historia. Si los delincuentes que nos inundaron los acusan de prevaricato, ¡juégensela como nosotros!”, según se pudo oír el último 29 de abril, en el acto por los seis años de la inundación del Salado. El reclamo del movimiento de inundados indica un fondo de inconsistencia en los gestos oficiales. Cuando cierto y eficaz, el gesto, en su presentarse, es indistinguible respecto de lo que significa. Una asistencia, una escucha, una declaración, terminan oliendo a nada (peor, dan lugar a victimizaciones y acusaciones de campaña sucia) cuando todavía no se empeña por entero el esfuerzo en pos de justicia. El gesto que se esperaba era el de un gobernador cruzando la plaza, hacia Tribunales, con las pruebas. En la falta de ese gesto, en esa omisión, se fundó y se sostuvo la intangibilidad pública de la figura de Reutemann.
Al avance del PJ, el socialismo ahora deberá sumar la nueva posición interna que adquirió el intendente de Santa Fe. La sonora –aunque todavía temporaria– derrota del PJ local muestra a su vez las características del proceso de construcción de la fuerza política que triunfó el domingo 2. En casi 15 años, fueron solidificando una mística, tropa, métodos, cuadros, territorio y conexiones propias, a partir de una serie de experiencias cruciales.
Trazando un relato sobre sí mismos algo opaco, aunque aglutinador de ciertas diversidades (ligaron una gestión flexible con precarización laboral y arancelamiento de carreras junto a un alfonsinismo casi compulsivo y la apropiación de la memoria de Juan José Saer y Jorge Conti, por ejemplo), aguantaron a mano firme las riendas de la universidad local, superando la interna que los dividió nacionalmente tras el Pacto de Olivos. Supieron encorsetar, minimizar o desactivar cualquier atisbo de oposición, teniendo el ojo preciso para –sistemáticamente– integrar a los rivales, si son imprescindibles en lo técnico. Manteniéndola como sea, armaron una red que crece todos los años y que cruza todos los estamentos de esa institución. No dudan en el manejo de dos frecuencias radiales. Dialogan con el entorno: fueron ampliando su espectro social a partir de ligarse con los actores de la zona, yendo desde Mc Donald’’s (que rubrica varios carteles de la Reserva Ecológica) al Credicoop (uno de los “padrinos” más importantes), desde el empresario Carlos Fertonani en la peatonal hasta el gremio de estatales ATE en el campus deportivo, por nombrar los más visibles. Su sello está en casi todos los eventos culturales. Solicitaron asesoramiento en reingeniería de gestión y cumplieron con el requisito de mandar militantes a las escuelas de formación de cuadros. Funcionaron como una aspiradora de diseñadores gráficos y comunicadores sociales: su política de imagen pública es de una contundencia implacable. Tuvieron su verdadero bautismo en la inundación de 2003, cuando (quizá con sorpresa) notaron que se habían convertido en la Municipalidad de hecho.
Ahora, seguramente, verán internas y divisiones más feroces que las del pasado (sin contar el próximo recelo del socialismo). Son los precios haber llegado. Felicitaciones, y un reconocimiento por la voluntad, para los militantes de la Franja Morada.

Publciado en Pausa #42

viernes, 7 de agosto de 2009

Prohibido girar a la izquierda

Las claves de una elección que consolidó el crecimiento de la derecha: los errores en las estrategias de Binner y Kirchner y el advenimiento de la política de las camisas blancas.

Por Ezequiel Nieva

De entre las muchas conclusiones que se desprenden de las elecciones del 28 de junio, hay una que aparece como rezagada de los principales discursos y que sin embargo quizá sea la que mayor interés tiene para el futuro inmediato de la provincia: una provincia donde se está jugando buena parte de la suerte del país. Esa conclusión deriva de la lectura de los resultados de las elecciones legislativas y da cuenta de un claro avance de la derecha, que por primera vez desde abril de 2003 logró imponerse al mismo tiempo en los principales distritos electorales: provincia y ciudad de Buenos Aires y provincia de Santa Fe incluidas. (Córdoba emerge como la única provincia de peso en que el kirchnerismo cayó ante una opción progresista y no ante una conservadora).

Aunque la consolidación de la derecha no puede interpretarse como un fenómeno aglutinante a nivel nacional –al fin y al cabo los vencedores no conformaron un cuadro de unidad, ni a nivel de estructura ni en lo programático–, la sensación imperante el 29 y los días siguientes fue que está más abroquelada que el progresismo. De ahí la necesidad de una construcción que se proponga al menos dos postulados de mínima: consolidar los avances que en materia de equidad y de bienestar social se produjeron desde 2003 y contrarrestar el embate del triple combo Macri-De Nárvaez, Reutemann y Duhalde, que aparecen como las opciones más viables hacia la restauración neoliberal.

Ese doble objetivo sólo puede tener éxito si se apoya en un postulado de máxima: disputarle el poder formal a la derecha en el –cada vez más cercano– 2011. Algún tibio avance se percibió en los meses previos a las últimas elecciones: el acercamiento entre Hermes Binner y Luis Juez, el crecimiento de las fuerzas alternativas que, sin renegar del kirchnerismo, han expuesto la necesidad de ir por más partiendo de la base construida en el último lustro (el ex intendente de Morón, Martín Sabatella, aparece como referente de esos espacios) y el no menos importante crecimiento de un sector que en la ciudad de Buenos Aires desplazó a la ex Coalición Cívica al tercer lugar: Proyecto Sur, con Pino Solanas a la cabeza, el mismo que desde el ala izquierda del peronismo alzó su voz –casi dos décadas atrás– contra la fiesta de las privatizaciones y el desguace del Estado.

Aquel discurso, entonces marginal, ganó relevancia conforme se avizoraban los resultados de las políticas neoliberales de los 90. En los últimos seis años hubo otro discurso que se ubicó en el centro del debate político: un discurso que volvió a hablar del rol del Estado, de la necesidad de intervenir en la economía y de la redistribución de la riqueza. Los resultados del 28 difícilmente puedan leerse como el principio del fin de ese discurso; las expresiones políticas que vencieron al kirchnerismo ya habían decidido, antes de la campaña, presentarse como asépticas ante un electorado repolitizado –los intensos debates del año pasado en torno a la política agropecuaria son una prueba del fenómeno– y a la vez hastiado de la discusión pública. “Nosotros no somos ellos”, fue la frase que no dijeron Francisco De Narváez ni Gabriela Michetti y que sin embargo resume sus discursos de campaña.

Carlos Reutemann basó su estrategia en despegarse del kirchnerismo, y quizá allí esté el principal error de Rubén Giustiniani: forzar al Lole a definirse –algo que, de todos modos, no le costó demasiado– con la esperanza de que el electorado eligiese no apoyar a un dirigente cuyas convicciones están atadas al humor circunstancial de las mayorías. El frente que gobierna la provincia decidió que con recordar ese hecho –el efímero y ya apagado fervor de Reutemann por el matrimonio K– y unirlo a otro recuerdo –las políticas económicas de las gestiones del ex piloto cuando fue gobernador– bastarían para que Giustiniani se alzara con el triunfo. Las urnas demostraron que no y, tal vez, también demostraron que una estrategia más tradicional podría haber tenido más éxito: confrontar las gestiones de los dos senadores que iban en busca de su reelección, forzar un debate no ya de pertenencias o simpatías partidarias sino de proyectos concretos de cara a un futuro que, en este rincón del mundo, se presenta azaroso.

LOS ERRORES K. En Santa Fe el candidato de Binner obtuvo más del 40% de los votos. En Córdoba se impuso Juez, pero con poco más del 30%. En Buenos Aires la ciudad Pino Solanas obtuvo un histórico segundo lugar pero no llegó al 25% de los votos. Y en Buenos Aires la provincia Sabatella sorprendió, no con su cuarto puesto sino con el volumen alcanzado: 10% del electorado, sin estructura y con una miseria invertida en la campaña, en la elección que los grandes medios vienen denominando desde hace años como “la madre de todas las batallas”.

Salvo Juez, todos cayeron ante opciones que se opusieron al kirchnerismo por derecha: Reutemann, Macri-Michetti y De Narváez-Solá. Por eso no sorprendió que, unos días después de perder las elecciones y entregar la conducción del Partido Justicialista, Néstor Kirchner haya elegido al Lole como blanco de sus bravatas: “Esto no es una carrera de automóviles ni un partido de fútbol. Acá estamos para construir un país distinto. Ya lo veremos disputando por las ideas del país, si es que tiene alguna idea”. Es que Reutemann representa, en 2009, lo que Cobos representó en 2008, y los dos aspiran a convertirse en opciones en 2011. (Ambos –Reutemann y Cobos– retuvieron o mejoraron sus cuotas de poder en sendas alianzas con el kirchnerismo: el ex piloto en la última elección de la que había participado antes del 28; el vicepresidente en 2007).

Cobos llegó a su actual puesto aliado con el matrimonio K desde su gestión como gobernador de Mendoza, pero a la primera tormenta fuerte abandonó el barco y se dedicó a cultivar ese perfil presidenciable que tanto centimetraje ocupa en los diarios. Reutemann, en cambio, se valió de los votos K en 2003 para –ley de lemas mediante– llegar al Senado tras un controvertido segundo mandato como gobernador: las muertes en Rosario en diciembre de 2001, la inundación de abril de 2003, su fallido apoyo a Menem –por tanto contra el binomio Duhalde-Kirchner– en las presidenciales de ese año parecían haber sellado su suerte. Y sin embargo ganó aquella elección y logró que su socio Jorge Obeid –que entonces se proclamaba kirchnerista a los cuatro vientos– se impusiera ante Binner, a pesar de haber obtenido menos votos que el socialista (un escenario casi idéntico al de 1991, cuando Reutemann hizo su debut en la vida política santafesina).

Reutemann pasó los primeros cinco años de su gestión como senador nacional en un silencio casi absoluto; el conflicto por la renta agraria lo despertó del letargo y al reaparecer en el debate público se definió como “un productor” afectado por las políticas fiscales del gobierno nacional. A los votos no positivos de Cobos, Reutemann y otros 31 senadores siguió una errática redefinición de alianzas que tuvo en el ex presidente su principal operador: surgieron los mismos apoyos de siempre –la CGT de Moyano, algunos intendentes del conurbano bonaerense y sectores de la burocracia partidaria– que, lejos de mejorar las expectativas de Kirchner, le pusieron un techo que acabó asfixiándolo.

Como ocurriera con las retenciones móviles, la estrategia de alianzas del ex presidente también tuvo su toque de queda en el Congreso: Felipe Solá encabezó una de las huidas; Reutemann –rápidamente escoltado por Obeid y sus diputados– otra; Cobos ya había hecho lo propio. ¿Era tarde para que el kirchnerismo buscara aliados en otros sectores? Es una pregunta retórica. El embate de la derecha, amplificado como nunca por los principales medios porteños –el dato no es casual: está en juego una nueva ley de medios que persigue, entre otros muchos puntos, limitar el poder y la concentración de la propiedad de radios y canales–, se centró en la figura de Kirchner pero salpicó a cuanto discurso progresista circulara en el espacio público. (Ahora K ya no controlará tampoco el Congreso).

Las llaves para abrir una nueva construcción que detenga ese embate están en manos de Binner, de Juez, de Sabatella, de Pino Solanas y del propio Kirchner. Son ellos –los distintos frentes progresistas que se construyeron en los últimos años en los más diversos rincones del país y lo que quede de kirchnerismo con contenido político sustentable (ya está visto que a las huidas de Reutemann y Solá seguirá seguramente la de Daniel Scioli)– los que pueden crear un espacio de entendimiento que parta de los avances del último lustro como piso y que se imponga un techo más alto de lo que se discutió, en público, en la última campaña. De lograrse ese encuentro el panorama habrá quedado un poco más claro y la multitud de dirigentes que forman parte del nebuloso Acuerdo Cívico y Social comandado por Elisa Carrió sabrán de qué lado ponerse en 2011.

LOS ERRORES B. La pregunta retórica consignada antes tiene como sustento una declaración reciente de Néstor K sobre Reutemann: “Sería importante que aclarara su participación en los hechos de 2001, en las inundaciones de Santa Fe y todos aquellos problemas que hubo en Rosario”. La frase fue pronunciada después de las elecciones. Obviamente, ya era tarde para todo excepto para aclarar posiciones. Y el reto, por sí solo, tampoco bastará para que los santafesinos identifiquen en el ex presidente un referente del progresismo que resiste con sus conquistas el embate restaurador que el Lole representa. Sólo un entendimiento más amplio –algunas veces ensayado y nunca puesto en marcha– que incluya definiciones comunes en lo programático tanto a nivel nacional como provincial podrá ser leído como una estrategia seria de cara a 2011: la tan mentada concertación que los Kirchner pergeñaron y que, a la fecha, les ha traído más sinsabores que otra cosa.

La primera reacción del gobernador no fue feliz: atribuyó al Síndrome de Estocolmo la paliza que Reutemann le propinó a Giustiniani en la capital provincial. Binner luego pidió perdón por haber apelado al argumento de la víctima que acaba por enamorarse de su victimario –que fue el paralelo planteado para intentar explicar por qué Reutemann ganó en la ciudad inundada bajo su gestión–, pero ya era tarde. El desliz sólo sirvió para regocijo del PJ, cuyos dirigentes en masa salieron a criticar al socialista, incluso después de las disculpas (en el amplio abanico de pronunciamientos se destacó la propuesta de la concejala Alejandra Obeid de declarar a Binner “persona no grata”).

Con menos impacto en los medios, otro dolor de cabeza se le presenta al socialismo: la gobernabilidad. El diputado provincial Darío Boscarol (UCR) le dijo a Rosario/12: “Hay algunos actores del PJ, no todos, que han demostrado cierta madurez en la Legislatura y entienden que no hay que destruir al adversario que tienen enfrente para convertirse en alternativa en la provincia. Se puede encontrar un espacio de relación y convivencia con el justicialismo, pero si no se logra va a ser muy difícil sacar alguna ley en los dos años que quedan de gobierno. Será muy difícil gobernar buscando leyes esenciales, cuando una de las cámaras (el Senado) está en manos de la oposición. Esto genera una intranquilidad en el oficialismo”.

Tras el fallido Estocolmo, otros voceros del Frente Progresista buscaron instalar la idea de una “gran elección”, argumentando lo parejo de la disputa Reutemann-Giustiniani y el fuerte envión que supuso la participación de Binner en la campaña, que al arrancar mostraba al ex piloto muy por encima de su rival (de 10 a 20 puntos según distintas mediciones). “Estamos muy satisfechos porque hicimos una gran campaña: más del 40% de la ciudadanía aprobó y apoyó nuestra propuesta, si bien nuestro objetivo era ganar las elecciones. Pero si analizamos el desarrollo de esta campaña y cómo estaba instalado Reutemann a través de los medios nacionales, fundamentalmente de las grandes corporaciones mediáticas, nosotros hicimos una elección muy buena”, declaró el presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, el socialista Eduardo Di Pollina.

La tesis de una elección reñida “voto a voto” se acomoda mejor a los intereses del frente de gobierno, que ahora deberá encarar la segunda mitad de su gestión con el lastre de haber perdido el primer desafío electoral desde que ganó la provincia en 2007. En esos comicios, el actual mandatario se había impuesto a la fórmula Bielsa-Galán por 10 puntos. Pero en el departamento La Capital Binner no ganó: logró 112 mil votos contra 115 mil de Rafael Bielsa, apadrinado entonces por Obeid y, casi a disgusto, por el propio Kirchner (su candidato “natural”, Agustín Rossi, había caído en las primarias ante el ex canciller). En esa elección, como en las de 2005, Reutemann se había declarado prescindente. Este año el Lole obtuvo en el departamento –que, hay que aclararlo, no es solo la ciudad de Santa Fe– 138.256 votos (53%) contra los 86.391 (33%) de Giustiniani. Unos 25 mil votos menos para el Frente Progresista si se compara con la elección que llevó a Binner al gobierno. ¿Es un castigo a la gestión de Binner o es simplemente que Giustiniani no es Binner y que el “arrastre” –del que tanto le gusta hablar a Reutemann– es una cosa más bien improbable?

Tal vez esta segunda hipótesis se acerque más a la realidad: basta extender la misma comparación a los resultados de 2007. La fórmula Binner-Tessio logró 864.524 votos (48,71%) contra 688.197 del PJ (38,78%). Esto es: la reaparición del Lole supuso para el peronismo provincial mejorar en casi cuatro puntos aquella marca, mientras que el Frente Progresista cosechó ocho puntos menos que entonces. Dicho de otro modo: sin Binner en las boletas, hubo 710.580 votos para Reutemann y 682.614 para Giustiniani. Son apenas 20 mil votos, y poco más, los que sumó el Lole respecto de Bielsa. Y 180 mil menos para Giustiniani ahora que para Binner entonces.

En aquella elección se había registrado un fenómeno particular: hubo más apoyo para la figura del candidato a gobernador que para sus compañeros de fórmula (candidatos a diputados y senadores provinciales, intendentes y concejales). Un ejemplo: 864.524 personas votaron a Binner como gobernador mientras que la lista de diputados del Frente Progresista obtuvo 790.927 (44,57%, es decir: cuatro puntos menos), un número que se acerca más a lo sumado por Giustiniani este año. Binner logró 75 mil votos más que su lista de diputados y ese desgrane se tradujo en otro fenómeno anexo: en el resto de los partidos sacaron más votos los candidatos a diputados que los candidatos a gobernador, de lo que se desprende con claridad una fuga de votos no-independientes a favor de Binner.

¿Binner podría haber logrado que esos votos –o al menos algunos– fueran para Giustiniani? Es improbable. En cambio, es más probable que otra estrategia de alianzas lo hubiese favorecido. Por caso: el Partido Comunista, que aún forma parte del Frente Progresista, decidió abrirse de la coalición en las elecciones nacionales –no hará lo mismo en las comunales– y apoyó las candidaturas de Proyecto Sur. La fuerza que conduce Pino Solanas obtuvo en la provincia el 3,54% (58.662 votos) en diputados (con Carlos del Fradea la cabeza) y 2,53% (42.588 votos) en senadores: aún computando ese porcentaje de mínima como caudal propio, a Giustiniani le bastaba para vencer a Reutemann.

Cuando decidieron ir por fuera del Frente Progresista, los dirigentes del PC explicaron su desacuerdo con el acercamiento de Binner y Giustiniani a la Mesa de Enlace. El propio Solanas dijo, la noche del 28, que su crecimiento estaba directamente relacionado con la radicalización de su discurso: “Es un triunfo del auténtico progresismo, que nosotros representamos”. El dardo, que puede entenderse dirigido al Acuerdo Cívico de Carrió –que llevó a un ex colaborador de Domingo Cavallo, Alfonso Prat Gay, como primer candidato– e incluso al candidato K Carlos Heller, también se oyó en Santa Fe. El embate de la derecha y el retroceso del progresismo son escenarios posibles en 2011; de la sociedad dependerá si es así o al revés.

Publicado en Pausa #40

lunes, 20 de julio de 2009

Una deuda pendiente

Por Mabel Busaniche (*)

La escuela argentina tuvo una larga espera en dar respuestas a cómo y qué incorporar en las aulas sobre la “educación sexual”.

La ley 26.150, sancionada en octubre de 2006, instauraba la obligatoriedad de la enseñanza de esta temática en las escuelas, pero, su puesta en marcha se da a partir de la Resolución del Consejo Federal de Educación Nº 45/08 que aprobó en forma definitiva el documento “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral”, que se elaboraron para definir los contenidos básicos para que la normativa pudiera comenzar a efectuarse. Sin dudas, esta es una muy buena noticia porque el enfoque integral de la educación sexual permite que en todos los niveles del sistema educativo (desde el inicial hasta el superior de formación docente) se aborde la “construcción de la sexualidad desde dimensiones culturales, históricas, sociales, afectivas, éticas y también fisiológicas y biológicas”, considerando a las personas involucradas como sujetos de derecho desde la perspectiva de género.

La concepción de sexualidad de los contenidos se enmarca en la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que nos dice: “El término sexualidad se refiere a una dimensión fundamental del hecho de ser humano (...) se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. La sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos”. Por lo tanto la educación sexual en la escuela implica promover aprendizajes en tres niveles: el pensamiento, los sentimientos y las prácticas concretas.

Vale resaltar el valor del enfoque integral de la sexualidad, que no se reduce al modelo tradicional biologista. La propuesta –de acuerdo a la opción y posibilidades de cada jurisdicción– se aplicará en forma transversal en los niveles inicial y primario y abre la opción de que sea un contenido específico en el secundario para que las y los adolescentes puedan desarrollar contenidos más complejos y precisos. De esta manera, para su implementación en el nivel inicial, los “lineamientos curriculares” proponen desarrollar los contenidos en el marco de los siguientes ejes: conocimiento y cuidado del cuerpo; distinción de cuándo una interacción física con otra persona puede ser adecuada y cuándo no lo es, y tener autorización a decir “no” frente a estas últimas; conocimientos básicos del proceso de gestación y nacimiento; identificación y valoración de las diferencias entre mujeres y varones, etc.

En la escuela primaria y secundaria se propone que el abordaje se dé fundamentalmente desde las áreas de Ciencias Sociales, Formación Ética y Ciudadana, Ciencias Naturales, Lengua y Literatura, Educación Física y Educación Artística. En la escuela primaria se trabajarán temas tales como: reconocimiento de los Derechos Humanos y los Derechos del Niño; reflexión sobre las formas en que los derechos pueden ser vulnerados: el abuso y violencia sexual, explotación y “trata de personas”; exploración crítica de las relaciones entre varones y mujeres y sus roles sociales a lo largo de la historia; reflexión acerca de los modelos corporales presentes en los medios de comunicación y en la publicidad.

Y en la escuela secundaria se plantea –entre otros puntos– el conocimiento de todos los métodos anticonceptivos y la regulación de la fecundidad; el conocimiento de las situaciones de riesgo o de violencia vinculadas con la sexualidad: distintas miradas sobre la problemática del aborto (como problema ética, de salud pública, moral, social, cultural y jurídica; las enfermedades de transmisión sexual, el acoso sexual, el abuso y la violencia sexual, el maltrato, la explotación sexual y la trata; el respeto por la diversidad de identidades; la reflexión y el análisis crítico sobre la construcción social e histórica del ideal de belleza y del cuerpo de varones y mujeres; la reflexión crítica en torno a los mensajes de los medios de comunicación social referidos a la sexualidad y la necesidad de luchar contra las discriminaciones y los estereotipos.

Por otra parte, la propuesta incluye diversas estrategias para la búsqueda de consensos entre educadores y familias partiendo del reconocimiento de los derechos de estas últimas a participar activamente en la educación de niños, niñas y adolescentes.

Además, también se incluyen estrategias posibles de formación docente: talleres, asesoramiento, elaboración de planes de trabajo y materiales apropiados que cada jurisdicción desarrollará de acuerdo a sus planificaciones y posibilidades.

En suma: la educación sexual no es un asunto nuevo en las escuelas, la novedad consiste en que la normativa posibilita homogenizar los contenidos, estableciendo la equidad en el acceso a la información y formación de todo el alumnado. De esta manera se reafirma la responsabilidad del Estado en lo que hace a la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en cuanto a garantizar la igualdad y calidad educativa. Y formalizar y sistematizar saberes que históricamente habían quedado circunscriptos a la esfera de lo privado o a iniciativas dispersas.

(*) Coordinadora de Educación Sexual del Ministerio de Educación de la provincia.

Publicado en Pausa#39

La casa en problemas

Un acercamiento a lo doméstico del conflicto ecológico global

Por Celeste Medrano

Cuando comenzaba a desarrollar mis capacidades para recordar y comprender, mi mamá me leyó un cuento. En el relato se festejaba el cumpleaños del protagonista y su madrina le había llevado de regalo un alcornoque (árbol del que se extrae corcho, principalmente). El personaje, ofuscado porque esperaba juguetes o golosinas, rechazó el regalo y comenzó a hacer berrinches ante la mirada comprensiva del resto de los invitados. Su benefactora, que poseía además el don de la magia, disgustada por el rechazo, le dijo a su ahijado “¡Ahora no solamente me llevaré el alcornoque, sino también todo lo que en esta casa sea producto de algún vegetal!” Y el cumpleaños no pudo celebrarse: habían desaparecido las sillas y la mesa que eran de madera, el jugo de naranja, los sándwiches que eran de harina de trigo, y hasta la torta que era de chocolate (un producto que se obtiene de las semillas del cacao, árbol nativo de Sudamérica). Finalmente y, para que el lector no sufra las angustias de un final inconcluso, el protagonista del relato le pidió perdón a su madrina, quien restableció el orden y todos pudieron gozar del festejo.

Comparto este pasaje de mi biografía con la intensión de subrayar una moraleja superadora de lo que comprendí cuando era una niña. Me preocupan y ocupan las cuestiones que tienen que ver con el ambiente y me sorprendí varias veces relatando la historia ante un público adulto, en un intento por definir nuestro grado de participación en los problemas que denominamos ecológicos globales. El término Ökologie –introducido en 1869 por el prusiano Ernst Haeckel– está compuesto por las palabras griegas oikos (casa) y logos (estudio, tratado, razón o palabra), por ello la ecología es la ciencia que estudia “la casa” entendida como aquel espacio que posee los recursos que permiten la vida de un individuo (abrigo, alimento, agua, afectos). Mi propuesta, ante los datos apocalípticos que reflejan nuestro modo depredador de vivir en el mundo, es volver a pensar en “nuestra casa”. Aquí es donde cobra sentida el cuento del cumpleaños. Hasta que la historia relatada no tuvo un episodio trágico, el protagonista no pudo comprender que vivía en una “casa” totalmente dependiente de recursos aportados por la naturaleza.

Nosotros también recibimos a diario noticias de las tragedias: la contaminación del aire y los ríos, la extinción de las especies animales, los efectos mortales del cambio climático y el agujero en la capa de ozono. Sin embargo, cuando prendemos una lámpara, por ejemplo, no pensamos que la energía necesaria para que se haga la luz se origina, probablemente, por el funcionamiento de una represa. Para construir una represa hay que tabicar un río. Las construcción y puesta en marcha de la obra genera un gran espejo de agua, cuyo poder inundador motiva el traslado de pueblos enteros; las especies de peces migratorios ven interrumpido su normal ascenso para la reproducción; estos espejos se comportan como reservorios de parasitosis que impactan en las poblaciones humanas. La alteración drástica de las condiciones del ambiente se cristaliza en hechos fáciles de observar. Los nuevos ecosistemas empobrecidos ya no sostienen a las poblaciones ribereñas tradicionalmente ligadas al río, porque el río ya no existe.

A modo ilustrativo, es interesante revisar el caso de la represa de Yaciretá. La construcción de esta obra iniciada en 1983, con la anuencia del gobierno de turno y la cooperación de fondos internacionales, para proveer de luz a los ciudadanos, es motivo de actuales conflictos ambientales y por lo tanto, económicos y sociales. Las familias relocalizadas que perdieron su sustento y calidad de vida se manifiestan solicitando soluciones. Los ambientalistas declaran la peligrosa amenaza que la presa genera sobre los Esteros del Iberá, un sistema de singular valor por la diversidad de especies que soporta y por su potencial para el desarrollo de proyectos científicos, educativos y ecoturísticos. Los científicos, sin la necesidad de grandes comprobaciones, advierten sobre la inminencia de desequilibrios ecológicos que genera un cambio tan dramático en el ambiente.

No es necesario que cada vez que prendamos la luz pensemos en los problemas ambientales, sociales y económicos que esa acción conlleva, pero sí que lo pensemos al menos una vez. Es necesario revisar, con un sentido de globalidad, las acciones que implican nuestro modo de vivir. Ampliar el universo de lo que percibimos como “nuestra casa” para que, como en el cuento, podamos comprender cuán entramados estamos con los distintos elementos naturales que a través de un continuo nos permiten la vida, como el aire, el agua o la luz solar, los animales y vegetales.

Ahora bien, la percepción, a diferencia de la información, implica pasar por el cuerpo, poner en concurso los sentidos, establecer con los objetos y las personas un vínculo sensible. Cuando creamos este tipo de relación con nuestros parientes, amigos o el lugar en que habitamos, podemos protegerlos, prestamos atención a sus necesidades, los defendemos. Este tipo de vínculo debemos construir con la “casa”, pensada en amplio sentido, como una primera instancia de participación en la resolución de los problemas ambientales y su eco estricto en conflictos económicos y sociales.

Según este enfoque, es interesante considerar y ampliar la cuestión de los límites. En este sentido también “habitamos” la calle, el trabajo, el colectivo en el que viajamos, la plaza en la que nos reunimos. Muchos de los problemas ambientales que sufren las ciudades podrían ser atenuados si percibimos estos lugares como propios y establecemos vínculos sensibles con ellos. Es más, los bordes se extienden más allá: ¿dónde va la basura que descartamos?, ¿de dónde proviene el agua potable?, ¿qué impacto genera la extracción de gas natural que usamos para la cocina y la calefacción? Todas estas preguntas amplían los límites de nuestras “casa” y para todas podemos actuar positivamente en busca de un mejor vivir.

Sin duda, esta perspectiva implica involucrarse: apela a la modificación de prácticas poniendo en juego sólo los recursos domésticos que cada uno de los habitantes poseemos. Se trata de percibir la “casa” en la que vive el hombre junto a otras especies, con sentido solidario. Volviendo al cuento que me relató mi madre: la idea es festejar, celebrando la vida.

Publicado en Pausa #39

viernes, 26 de junio de 2009

¿Medio o miedo ambiente?

Por Graciela Cristina Gómez (*)

El 5 de junio fue el Día Mundial del Medio Ambiente. Mucho se publicó sobre la fecha. Los medios más hipócritas cubrieron sus páginas con loas a la Pachamama; a su vez, en el suplemento obligado, loas al agrocidio y sus voceros, publicitando los venenos que asolan a nuestra gente. Y al día siguiente, nada. Como nada se hace hoy para tratar de dejar a las generaciones futuras un “futuro común”, donde nace el concepto de “desarrollo sustentable”.

Muchos usan y abusan de esa frase. La escuchamos en los ámbitos menos imaginados, queriendo convencernos así de que la idea está planteada, pero sólo es una burla. Una de las tantas políticas erradas y huecas de contenido de los farsantes de turno. Esos que en plena campaña se olvidan de las inundaciones que asolaron a nuestra provincia, de la sequía histórica producto en gran medida de la deforestación irracional cometida con la venia de anteriores y actuales figuritas repetidas, que cambian de bando y de discurso, aunque de sus caras no logran liberarse.

Esos que poco saben de los cientos de casos de leucemia y sangre con cromo existentes en Las Toscas, y otro tanto en Esperanza, contaminados por los desechos de curtiembres. Del agua contaminada con arsénico que bebe cada día el santafesino de Firmat, Venado Tuerto, Máximo Paz y otras localidades. Poco les importa el grupo de vecinos de San Lorenzo que exige hasta el cansancio medidas, a autoridades y cerealeras, que eviten la contaminación del medio ambiente que vienen padeciendo desde hace años. Los vecinos del barrio Malvinas de Rosario, con más de 200 casos de casos de cáncer. Poco les importa que en Las Petacas la mitad del pueblo sufra alergias y los niños humildes sean usados de banderilleros, dato que los ¿inspectores? jamás reconocieron. Poco les importa que en la provincia los casos de cáncer de testículos y gástricos en varones sean tres veces más que la media nacional, los de hígado casi diez veces más y los de páncreas y pulmón, el doble. Seguramente los funcionarios respondan con total desfachatez que éstos “son casos aislados” o por mala praxis de “algunos” fumigadores, porque los colegiados recetan maravillosamente bien la dosis, tan bien que en Romang comprar glifosato para fumigar camalotes es como ir al quiosco, y toda la provincia lo usa de “matayuyos” en parques y plazas cuando la plaga a combatir sólo está en la soja. Pero se capacitan con gente de Syngenta, en un laboratorio regalo de Monsanto, sin explicarnos en qué parte de la ley que los agrupa se permite eso.

La palabra “ética” no está en el marbete del herbicida, se aprende y se ejecuta cada día; no practicarla es repudiable, actuar en contrario denigra e insulta más que un escrito, porque en ello se va la vida y la salud de la gente. En el mundo del revés todo es posible: el “Estado de derecho” es una frase más, usada para otras ocasiones. Mañana, San Martín Norte y Colonia Dolores seguirán sufriendo el nauseabundo olor que emana de las pestilentes aguas donde otrora se sumergían y jugaban los niños, donde hoy la capa grasosa que la cubre proviene de una cooperativa ganadera de la zona, a la que poco le importa el agua, los niños, los filtros o la contaminación. Aquellas granjas perdidas, aquellos tambos cerrados, aquel ganado pereciendo por la sequía, tampoco serán recordados. Los niños del puerto de Rosario y San Lorenzo caminarán como cada día, con su broncodilatador, sus pulmones enfermos pedirán aire puro y sólo tendrán como respuesta el frío invierno. Los niños de las escuelas rurales dejarán de jugar para encerrarse en el aula, hasta que pase la avioneta que fumiga. Como ellos, cientos de pueblos... Eso también es incumplimiento de deberes de funcionario público, por acción u omisión de una gestión ineficiente o inadecuada.

La Ley 25.675 (General del Ambiente) enumera los instrumentos de la política y la gestión ambiental: 1. El ordenamiento ambiental del territorio; 2. La evaluación de impacto ambiental; 3. El sistema de control sobre el desarrollo de las actividades antrópicas; 4. La educación ambiental; 5. El sistema de diagnóstico e información ambiental; 6. El régimen económico de promoción del desarrollo sustentable. Ninguno de ellos se respeta. Hoy la soja traspasó cada uno de esos instrumentos. El agrocidio sistemático se lleva a cabo con la complicidad de cada ente a su servicio. El otrora granero del mundo hoy produce alimentos, pero para ganado; la falacia de alimentar al mundo sólo engorda unos pocos bolsillos.

Francisco Loewy nos enseña: “La agricultura ha de cumplir por lo menos, con tres tareas: mantener al hombre en contacto con la naturaleza viva, humanizar y ennoblecer el hábitat del hombre, hacer posible la existencia de alimentos y otros materiales necesarios para el sustento de la vida. No creo que una civilización que reconoce sólo la tercera de estas tareas y la persigue con tanta desconsideración y violencia, que no sólo olvida las otras dos sino que sistemáticamente las ataca, tenga alguna posibilidad de sobrevivir”. La biodiversidad nos ayuda a entender el papel que cada especie tiene en el ecosistema. La naturaleza nos da señales constantes que no son tenidas en cuenta. El 5 de junio es el día de Molinos, Vicentín, Cargill y Bunge; el 5 de junio es el día de Santa Fe sin ambiente: el día del miedo ambiente.

(*) Abogada (UBA) y escribana (UNR). Militante ecologista.

Publicado en Pausa #38, 12 de junio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

Un año no es nada

Pausa cumplió un año desde su salida a la calle; aquí, un texto a mitad de camino entre la celebración y el balance.

Por Ezequiel Nieva

36 ediciones, 560 páginas bien cargadas de información, casi 40 mil ejemplares que circularon en la ciudad a lo largo del último año: algunos de los números que ilustran este primer aniversario de Pausa. El tango dejó establecido para siempre que 20 años no es nada; cabe pensar que un año ha de ser la nada a la vigésima potencia. Nada de nada de nada. Apenas 365 días.

Eso: 365 días. Los que pasaron –ahora un poco más– desde que el 16 de mayo de 2008 pusimos en la calle la primera edición de este periódico. Y, desde entonces, tantas cosas... Una breve, incompleta recapitulación quizá sea necesaria: aunque acabemos cayendo en el poco elegante hábito de hablar de nosotros mismos.

La mera existencia de Pausa es, a menudo, motivo suficiente para que recibamos inflamadas felicitaciones. No hay queja ni ingratitud: las tomamos como un reconocimiento al esfuerzo que hacemos, número a número, por sostener con profesionalismo cada centímetro cuadrado del periódico. Las tomamos como una caricia, no como la supuesta postura de un lector acerca del estado actual de los medios. Los supuestos y el periodismo no se llevan bien; no queremos que se lleven bien. Nos gustan los hechos, los datos. Por eso tampoco nos llama la atención ese hecho –el elogio– si analizamos el contexto: es una celebración de la pluralidad. Y no mucho más.

Desde nuestra aparición y hasta hoy, el inmenso y variopinto universo de los medios habló del campo, de la riqueza, de la inseguridad, de la crisis; nosotros también hablamos de eso, y hablamos de soja, de equidad y de injusticias, de urgentes materias pendientes y de nuevas formas de articular lo público y lo colectivo. Hablamos de construcciones –siempre tan arduas– y tratamos de hablar, de mostrar mejor, las ideas de los que tienen ideas para mostrar.

En las páginas de este periódico reprodujimos algunas de las voces contemporáneas más críticas o más lúcidas, nunca con el objetivo de adoctrinar al lector; simplemente como un modo de reflejar con fidelidad algún aspecto, mínimo, acotado, pero aspecto al fin de la insondable realidad. No somos un medio que habla de “todo lo que pasa”. Y no sólo porque es una pretensión imposible –y más en un humilde cuerpo de 16 páginas, por atiborradas de texto que salgan a menudo– sino porque nunca fue nuestra intención.

Aprendimos en las aulas y en la práctica del oficio que la realidad sólo puede abordarse luego de un recorte previo. Desde esa premisa tratamos de pensar el periódico en general y también las notas. Internet y el formateado de diseño que hoy caracteriza a los medios gráficos nos tientan con la idea de que “todo lo que pasa” puede ser reflejado en un solo lugar; nosotros elegimos desistir de esa utopía y nos contentamos si alguna vez, al menos, rozamos la profundidad, que es uno de los objetivos de largo plazo que nos hemos planteado.

Uno de los objetivos; no el único. (Para ahondar más será pertinente esperar un tiempo; vamos de a uno por año).

Con esa motivación, la de tratar de ser profundos, desandamos el camino que nos llevó a este punto y por eso creemos que no es pura vanidad reflejar nuestro cumpleaños: es también una forma –acaso la menos elegante, sí, pero una forma al fin– de hacer periodismo, una forma de indagar y profundizar acerca de un hecho que es tan real como la crisis, el miedo o la codicia. Nuestro primer añito. El más difícil: algo que puede sonar a lugar común y que no por eso deja de ser una verdad irrefutable.

A lo largo de este año, Pausa se ha dedicado a reflejar –decíamos– algunas de las voces que los medios masivos eligen dejar de lado en su carrera por la primicia. En muchos casos, son voces que cuestionan las supuestas verdades que se nos presentan indiscutibles. Pasaron por estas páginas opiniones que son valiosas sobre todo porque desafinan del concierto monótono que se escucha en los medios: Abraham Gak y Máximo Sozzo, Luciano Alonso, Oscar Vallejos y Alejandro Horowicz, Mary Hechim y nuestro Juan Pascual.

También reflejamos datos que discuten aquellas opiniones disfrazadas de verdades absolutas. Así los informes sobre las alternativas al modelo productivo vigente o aquellos textos pensados desde una mirada ecológica. O las notas de opinión, que acompañamos con datos puros escarbados y exhumados de las profundidades de “la realidad”. La elección de ese estilo –que demarca con claridad cuándo opinamos y cuándo informamos– creemos que es una de las características que más valoran nuestros lectores.

Por eso no rehusamos tratar los temas instalados en la agenda de los medios masivos; pensamos que siempre existe la posibilidad de aportar nuevas miradas sobre los viejos problemas. La inflación, los proyectos de desarrollo urbano y sus contradicciones, la salud, la política, la economía, los cambios y las reacciones, siempre tuvieron lugar en nuestras páginas.

Pero también otros temas, que no suelen ocupar las portadas de los diarios: el exilio moderno, los consumos culturales, los hábitos de la juventud, el hambre, el encierro como castigo y el encierro como elección, algunos nuevos fenómenos sociales y otros añejos –la intolerancia, la discriminación, los pedidos de garrote y mano dura–, el derecho al agua, el derecho a la tierra, el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, el derecho a integrarse de las personas con capacidades diferentes, el derecho de todos –mujeres, niños, niñas– a no ser abusados ni violentados...

Y en ese caleidoscopio periodístico, algunos hallazgos que merecen ser recordados: las voces de los internos del hospital Mira y López que regentean su panadería y su radio, la voz de un preso que participa de la edición de una revista que trasciende los muros, las nuevas corrientes que piensan la salud mental, el silencioso trabajo y las innovaciones de nuestros científicos... En definitiva: el intento que hacemos número a número por recuperar aquel viejo concepto del interés general, cuyo primer –y quizá más importante rasgo– es que supone lo opuesto del interés particular, mezquino, individualista.

Este panorama sería incompleto si no destacáramos la búsqueda de un modo distinto –ya que decir “original” es harto pretencioso– para el tratamiento de aquellas secciones que en los medios tradicionales son consideradas blandas: el tiempo libre, la cultura, los deportes, las crónicas de viajes. Ahí los textos de Gerardo Moyano. Textos que narran, camuflada entre sus peripecias por el ancho y ajeno mundo, una historia que es siempre la misma: las desigualdades latentes y los pequeños y heroicos esfuerzos en pos de una integración que los teóricos de la aldea global daban por descontada y que, cada día que pasa, se nos presenta como más difícil de alcanzar.

Ahí también los textos de Gastón Chansard en la sección de Deportes, su rescate de esas historias mínimas que pueden ser contadas como una odisea –y viceversa–, la demostración de que hay todavía muchas cosas por las cuales asombrarse más allá del fulgor que desprenden las pantallas de TyC. Y también el espacio que dedicamos a Ocio y Cultura –una de las más importantes del periódico– y la apuesta de contar con redactores especializados en su materia: toda una rara avis en tiempos de flexibilización a la McDonald’s, en tiempos de repetición mecánica y de periodistas que posan –o que trabajan– de todólogos.

Hasta ahí, pura seriedad –lo mismo pensamos mientras armábamos este proyecto–, por eso la sección que para muchos es la estrella del periódico: Cocoliche. Porque no quisimos rehusar del humor en ninguna de sus variantes; todo lo contrario: quisimos hacer una jugada fuerte a favor de un formato y de un lenguaje que en los últimos tiempos viene perdiendo peso específico en los medios más grandes, y también en los chicos. Y por eso la cruza ecléctica, heterodoxa y casi bizarra de estilos que representan las viñetas de los maestros Montt y Boligan y los cuadritos de nuestro vecino paranaense Maxi Sanguinetti, que también es un maestro –él se presenta como docente y no sólo como humorista.

Y un párrafo aparte para la misma sección: los textos de Adrián Brecha y los de su alter ego Alan Valsangiácomo. El juego y el cruce con los lectores que se da en cada edición a través de las Preguntas Pausa. Una demostración cabal, hecha aquí, ahora y en las mismas condiciones de producción que el resto del periódico –esto es: contra reloj y sin echar mano a otros recursos que el talento o la inventiva– de que es posible escribir humor, no sólo actuarlo o dibujarlo.

Si alguien leyera este texto fuera de su contexto podría pensar que Pausa cumple 100 años. Y sin embargo recién llegamos al primero. El camino es largo. Recién lo estamos comenzando a andar; la gente que es optimista pero también sensata estima que cualquier proyecto serio demora cuatro o cinco años en consolidarse y que recién entonces uno puede ocuparse de pensar en trabajar las cuestiones secundarias –un estilo, una estética, una voz particular– que vaya más allá de la cotidiana pelea por la supervivencia o la permanencia.

Nosotros opinamos igual. Apenas pasó un año: nada más. No es plazo para sacar grandes conclusiones, ni siquiera un esbozo de conclusión. Pero no queríamos dejar de compartir con ustedes este balance íntimo e incompleto. Nada es definitivo; nada está terminado al cabo de 365 días. Esto recién empieza. Nos conformamos con el hecho de poder seguir creciendo y cumpliendo un año una vez por año. Como se debe.

Publicado en Pausa #37

viernes, 29 de mayo de 2009

“Cuando los candidatos se convierten en políticos electos no toman decisiones para combatir la exclusión social”

Entrevista a Máximo Sozzo, abogado, investigador y docente especializado en Criminología (*)

–¿Considerás que es posible la recuperación y reinserción social de las personas que han cometido delitos graves?

–En líneas generales no creo en la reinserción social a través de la privación de la libertad. El mecanismo de la privación de la libertad en las prisiones ha sido, después de 250 años, un mecanismo completamente negativo para su fin declarado que es lograr que las personas se reinserten en el tejido social y abandonen una vida ligada a la actividad delictiva. Lo que no quiere decir que uno no deba luchar para que las personas no recaigan en la actividad delictiva, a pesar de la prisión. Lo que quiero decir es que la prisión, en lugar de ser un instrumento para la realización de la resocialización o reinserción social, es en realidad un obstáculo. Y es un obstáculo del cuál es muy difícil deshacernos en las sociedades contemporáneas porque hay mucha presión social que demanda que la prisión sea la herramienta fundamental para castigar a las personas por haber cometido delitos y, además, porque está muy instalado en nuestra manera de pensar que la única forma de castigar a alguien es privándolo de la libertad. Creo que es posible trabajar, a pesar de la prisión, desde adentro, para darles oportunidades a las personas que pasan por ella y que por lo general tienen trayectorias vitales que están marcadas por falta de oportunidades y por privaciones materiales y culturales. Cuando uno discute sobre este problema tiene que tener en claro que la población penitenciaria en nuestras prisiones es una población que está integrada, en su gran mayoría, por personas que provienen de los territorios de la exclusión social y que comúnmente cometen determinados tipos de delitos, en los que exclusivamente se concentra el sistema penal, que trabaja selectivamente sobre una franja de delitos que son los que típicamente llevan adelante las personas excluidas socialmente. Porque el sistema penal no trabaja sobre otro conjunto de delitos que suceden en la vida social, que a veces producen más daño incluso que los delitos de los débiles desde el punto de vista económico y social, y que son los delitos de los poderosos. En líneas generales uno tiene que tener claro que cuando pretende plantearse un programa de intervención, en el sentido de tratar de generar las oportunidades para la reinserción social a pesar de la prisión, está trabajando con personas cuyas trayectorias vitales están marcadas por la exclusión, es decir por privaciones materiales y culturales. El trabajo es doble, porque supone ir contra los efectos negativos de la prisión, contra la degradación que el mero encierro produce y contra los efectos negativos de las privaciones y la falta de oportunidades. La dificultad no debería llevarnos a cejar en los esfuerzos para lograr ese objetivo.

–Las alternativas para lograr la reinserción social pasan por lo general por el estudio o aprendizaje de algún oficio. En provincia de Buenos aires, las estadísticas indican que el 56% de los presos estudia. ¿Cómo estamos en Santa Fe?

–Todos los años el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación lleva adelante el Censo Anual Penitenciario, que establece en cada una de las unidades penitenciarias quiénes están llevando adelante actividades educativas a nivel primario, secundario o universitario. En Santa Fe ese porcentaje es menor que el de Buenos Aires. De todas maneras, ese número que parecería ser alto indica que la mitad de la población penitenciaria bonaerense no está ejerciendo su derecho a educarse mientras está privado de la libertad. Otro tema a discutir es la calidad de la educación que se ofrece en las unidades penitenciarias. En ese sentido creo que en la provincia de Santa Fe hay toda una asignatura pendiente porque las escuelas que funcionan dentro de las unidades penitenciarias son escuelas que fueron muy descuidadas desde la transición a la democracia y hasta este momento. Han sido algo así como el último orejón del tarro del sistema educativo, y ese descuido se traduce luego en una calidad educativa que deja mucho que desear. Esto es así en ciertas escuelas que están ubicadas dentro de los penales de la provincia, aunque también hay que decir que hay muchos docentes que se esfuerzan por generar un servicio de calidad.

–¿En qué consiste el Programa de Educación Universitaria en prisiones?

–Lo que busca el Programa es crear un canal para que las personas de estas cárceles que deseen estudiar en la Universidad puedan acceder a ella a través de una vía que es la educación universitaria a distancia modalizada para quienes están en un contexto de encierro. El estudio es como el de cualquier otra persona que está cursando una carrera a distancia en la UNL pero lo hacen acompañadas por un grupo de coordinadores y tutores que trabajan presencialmente con ellos toda la semana y que de alguna manera funcionan como un remedio frente a las dificultades que trae aparejado estudiar en estas condiciones. Además, buscamos un acercamiento con directores y docentes de las distintas carreras que los internos eligen, que también es algo interesante porque les permite a los estudiantes a distancia, tomar contacto con docentes universitarios de manera directa y no solamente virtual. Por otra parte, este espacio de la universidad dentro de las prisiones, lo hemos visto a lo largo de este tiempo, sirvió no sólo como un espacio para que la gente ejerza su derecho a educarse sino también, en el caso de algunos, como una herramienta para luchar contra la degradación de la cárcel.

–¿Qué pensás del pedido de pena de muerte? ¿Hay un descreimiento de la gente acerca de la rehabilitación?

–Está claro que quienes exigen la pena de muerte no pueden pensar en términos de rehabilitación. Pero no nos olvidemos que lo que se publica en los medios no es la opinión pública sino lo que quienes gobiernan los medios deciden publicar. Por qué digo esto, porque las pocas investigaciones serias que hay sobre opinión pública en relación a temas de delito y castigo en la Argentina, nos muestran en realidad un panorama bastante distinto al que presentan los medios de comunicación. La UNL junto con la Municipalidad hizo el año pasado una gran encuesta a 2800 hogares de toda la ciudad acerca de estos problemas. Entre otras preguntas, una fue sobre cuáles eran los mejores remedios para combatir el crimen. La pena de muerte recibió el 5% de adhesión, mientras que posibles soluciones tales como disminuir la desocupación o la circulación de las drogas ilegales o generar una mayor y mejor educación recibieron niveles de adhesión del 30%. Entonces, que la gente reclame pena de muerte es una invención, una construcción discursiva de los medios de comunicación. O al menos este estudio pone un interrogante sobre cuán difundida está la adhesión a la pena de muerte. De todas maneras la oposición a esa adhesión a la pena máxima debería combinar esta discusión a una más profunda acerca de cómo en la cuestión del delito en las sociedades contemporáneas nos focalizamos exclusivamente en los delitos de los sujetos débiles y no hablamos de los delitos de los poderosos: por ejemplo nadie pide la pena de muerte para los responsables del affaire IBM-Banco Nación.

–Y ese silencio en torno al delito del sujeto que no es débil...

–Esa es una discusión fundamental, porque nos permitiría entender que hoy el delito de los débiles ya no está desvinculado del delito de los poderosos, que hay muchos mercados ilegales que sólo pueden existir porque hay poderosos que cometen delitos. Por ejemplo, el pequeño traficante de drogas ilegales que vende en un barrio al menudeo marihuana o cocaína sólo puede existir porque hay alguien que trafica grandes volúmenes de esas sustancias y los distribuye. Y ese alguien no vive en la villa miseria donde vive el pequeño distribuidor, sino que vive por lo general en los sectores de mayores ingresos urbanos de este país. Entonces hasta que no pongamos en debate esto estaremos mirando siempre sólo una parte del asunto. Otra discusión que debe plantearse con respecto al delito de los débiles es que si todos estamos de acuerdo con el diagnóstico de que la exclusión social es el proceso que genera la mayor parte de estos delitos y queremos atacarlos, la lógica conclusión es que tendríamos que combatir la exclusión social. Sin embargo cuando los candidatos se convierten en políticos electos no toman decisiones para combatirla, sino que sostienen la estructura punitiva como la única manera de pensar una política pública con respecto al delito.


(*) Máximo Sozzo trabaja desde 2004 en el penal de Coronda y en las cárceles de Las Flores y de mujeres de nuestra ciudad, como responsable del Programa de Educación Universitaria en Prisiones que lleva adelante la Universidad Nacional del Litoral.

viernes, 24 de abril de 2009

Otro paradigma

Por Juan Pascual

Con una dedicación “a los socialistas de todos los partidos” comienza Camino de servidumbre, libro del premio Nobel en economía Friedich August von Hayek. Dirigido a un público amplio, el texto tiene como blanco a la planificación económica estatal de la Unión Soviética (y su parentesco directo, según el autor austríaco, con la política nazifascista). Fue escrito entre 1940 y 1943: von Hayek también estaba maquinando para Alemania el después de la segunda guerra, una salida capitalista contrapuesta, a su vez, respecto de los triunfantes y extendidos preceptos de John Maynard Keynes, un rival con el cual ya había sostenido varios debates. Allí, en esa sola escena, están presentes tres de las formas que dominaron el modelo de relación entre Estado y producción desde la primera guerra mundial hasta la década del '90. La cuarta, la de von Hayek, tendría que recorrer un camino más largo.

Para reconstruir ese sendero, basta con indicar ciertas políticas de difusión de Camino de servidumbre. Ya en 1945 Reader's Digest, un formateador mental para el middle american, hijo de las guerras, el puritano anticomunismo y el consumismo del Welfare, resumió el libro y lo hizo llegar a 600.000 lectores. General Motors convirtió la obra en un folleto de circulación masiva. Reagan, por su parte, aplicaría el término “Welfare queen”, reina del Estado de Bienestar, en un discurso de 1976, en la campaña de las primarias para la presidencia: aludía a una mujer que tiene “doce tarjetas de seguro social y recibe pensiones de viudez por cuatro inexistentes maridos veteranos de guerra”. La violenta exageración recuperaba el goteo persistente que se derramaba desde principios de la década del '60 en la cultura norteamericana. Aquí también Reader's Digest es ejemplar, con sus repetidas notas sobre el funcionamiento de la keynesiana ayuda estatal y las conductas femeninas de desbocada reproducción extramarital, en pos de cobrar mayores estipendios a ser derrochados en drogas. (Nada de qué espantarse: el pasado 5 de abril Clarín publicó una obscena pieza titulada “La fábrica de hijos: conciben en serie y obtienen una mejor pensión del Estado”; hace pocos días se pudo leer un cartel con la frase “Control de natalidad” en una de las movilizaciones por el asesinato de Daniel Capristo ).

Esos excesos son constitutivos del discursete sobre los “parásitos del Estado”, contrapartes fieles de los “inútiles burócratas”. La organizada y sistémica debacle del Welfare (transformación del capital vía explosión del desarrollo y reconversión tecnológica de la gestión laboral y los procesos de producción, obesidad financiera y desguace del Estado mediante) allanó el pasaje hacia la instauración del sueño de von Hayek, cristalizado en un término hoy más que conocido: neoliberalismo.

Algunos de los subtítulos de Camino… rezan Por qué los peores se colocan a la cabeza o La ilusión del “control” democrático o El valor último es la libertad, y no la democracia. El proyecto de un Estado impotente, reducido a la observación del capital en posición de mando económico (eso que se suele llamar “seguridad jurídica” para la vida de un “libre mercado” que se extiende hasta sobre el comando concreto de las fuerzas represivas) mostró sus límites durante 2008, con las sucesivas quiebras y estatizaciones de las megaentidades financieras globalizadas. Hoy, estamos ante la persistente existencia residual de los paradigmas del siglo XX y frente a la completa y absoluta ausencia un nuevo texto que pueda disolver y redefinir las categorías que estructuraron las relaciones entre Estado y producción. Un texto que recupere la potencia creativa tecnológica de la libre cooperación democrática con una forma pública del mando económico. Una invención que supere y subsuma acciones que todavía son gestos –a veces no menores– como la estatización de correos, aerolíneas y las AFJP, la presencia de Aldo Ferrer en Siderar, el proyecto “Tren para Todos”, la soberanía energética venezolana, la fabricación de fertilizantes por el Estado brasileño o la práctica nacionalización norteamericana de la paleopetrolífera GM. No otra cosa está en la discusión del futuro, ni frente a otra cosa se suelta el feroz bramido de los conservadores.

Publicado en Pausa #35, viernes 24 de abril de 2009
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viernes, 27 de marzo de 2009

Reconocimiento y paradoja

El reclamo sojero toma formas cada vez más explícitas frente a la débil potencia de un Estado demolido.

Por Juan Pascual

Pasaron nada más que dos años. El 9 de marzo de 2007, tras una serie de negociaciones realizadas por el ministro de Planificación, Julio De Vido, se firmaron en Olivos varios convenios comerciales con Venezuela. Uno de los principales acuerdos, largamente trabajado, implicó el compromiso de aumentar la producción (y la superficie cultivada) de soja en el país presidido por Hugo Chávez, además de realizar transferencias tecnológicas por aproximadamente 400 millones de dólares. El operador económico crucial, Gustavo Grobocopatel, fue parte de las comitivas de sucesivos viajes oficiales previos a las firmas. Los Grobo, su empresa agrofinanciera especializada en soja, siembra en casi todo el Mercosur. Pocos meses después, en octubre de 2007, Cristina Fernández triunfaría en las elecciones presidenciales. Uno de sus apoyos electorales de mayor contundencia tuvo como sede los departamentos de Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe más directamente vinculados al agro, antes que las ciudades más pobladas (el dato está disponible en el Blog de Andy Tow, cuyo link está también en el Blogroll). Ambos extremos imaginarios ya caminaban en alegre yunta de intereses, previamente al inicio de los piquetes de 2008.

Un Estado reducido a su función de ordenador del control y la asistencia, constreñido a la sola regulación económica y a la (siempre tardía) acción social, es uno de los resultados de la transformación neoliberal cuajada en los 90. Las privatizaciones constituyeron el medio para terminar de demoler la capacidad de mando del Estado sobre la actividad económica. Los estrechos límites intrínsecos de los entes de control –claudicantes ante las empresas prestadoras, torpes y lentos frente a la flexibilidad de la producción privada– son paralelos al alejamiento estructural de lo público respecto de la actividad productiva. Es que no hay mejor modo de regular una actividad que haciéndola; esa es la diferencia, hasta en la idoneidad técnica, entre Ferrocarriles Argentinos y el Onabe, por ejemplo.

Así, el ejercicio del gobierno dentro de esa forma de Estado consiste en producir el mejor tipo de entorno para el desarrollo de las fuerzas del mercado. En un marco de descomposición productiva, el tipo de cambio 3 a 1, de alta competitividad exterior, fue el eje con el que Duhalde creó ese ambiente necesario para la gobernabilidad política y económica dentro de esa forma de Estado. También estuvo allí la explícita transferencia de recursos que fue la pesificación asimétrica. Y, específicamente en lo que refiere a lo rural, se otorgaron las extendidas y muy amables refinanciaciones de las deudas con el Banco Nación, que no poco implicaron: casi 60 mil productores pudieron regularizar un rojo total de más de 3.000 millones de pesos.

El aumento de la renta agropecuaria en manos de los productores rurales tuvo claros efectos reactivadores –generales– en el territorio donde el tejido de las industrias ralea. No se trata de observar que en las cuentas nacionales sean las manufacturas de origen industrial las que proveen los mejores números; ésta es una indicación del orden de la geografía económica, política y electoral. El interior al que remiten permanentemente los ruralistas es ese lugar donde existen o la industria y los servicios que dependen de la tierra –Armstrong y Las Parejas son los dos nombres hoy en boga– o la industria que es muy poca y tecnológicamente corta –casi cualquier capital provincial–, mucho empleo público, una actividad comercial endogámica y una feroz dependencia de la liquidez de los chacareros. Con creciente tono amenazador, esa dependencia fue varias veces explicada, muchas con sincera posición didáctica y prolongadas enumeraciones, por Alfredo De Ángeli. Para este interior, cuya historia refleja ese cuadro, cada sequía grande, con sus políticas paliativas, es un hecho importante. Lo mismo sucede con la postergación –consciente y dañina– de la venta del grano ensilado.

Los más claros ejemplos de esa reactivación fueron la inversión en maquinaria agrícola y, sobre todo, en renta inmobiliaria. Simbólica y socialmente, además, el sector rural se constituyó como el –públicamente asumido desde el último acto en Leones– consumidor top de fierros: donde estuvo la rústica F-100 hoy está esa cápsula llamada Toyota Hilux. Reconversión tecnológica hacia los organismos genéticamente modificados –crecimiento del porcentaje relativo de territorio sembrado de soja, aumento de la escala productiva y concentración de la propiedad, multiplicación del precio por hectárea, reproducción ampliada del arrendatario (es decir: desplazamiento de otros productos y productores por la menor competitividad) y ajuste al mando de Monsanto–, transformación vertical del paisaje urbano –y extensión de la organización rentística de la producción– y explosión de una nueva tipología de look corporal son los términos paralelos.

En 2008, la efectividad del modelo iniciado en 2002 (y de sus alianzas) mostró su límite inherente con el brutal aumento especulativo de los precios agropecuarios (los cuales, no obstante, poseen una perspectiva a largo plazo de demanda (muy) sostenida, al menos hasta lo que el planeta aguante). No fue la posibilidad de terminar con ese proceso ascendente lo que determinó la primera batalla rural: fue la apropiación de la renta extraordinaria. Por eso el único punto de importancia demostró ser, al comienzo, durante y actualmente, pura y esencialmente la soja. Y del proceso y resultado de esa batalla surgió la discusión por la potencia de mando. Fue entonces cuando se mostraron, en su raquítica desnudez, los límites de la forma de Estado actual: sólo puede quedar en el plano de la regulación, mientras que la dirigencia rural (fue reconociendo que) posee una posición privilegiada para perpetuar y endurecer las protestas y, al mismo tiempo, los logros de sus negociaciones. La disputa por esa posición no es (únicamente) simbólica o ideológica. No se trata (sólo) de una cuestión de discurso. Se trata de una cuestión del orden del gobierno del Estado: de posicionarse dentro de los límites de la regulación y la asistencia o bien de abrirse a un Estado con funciones productivas dentro del mercado, como en el caso de la política previsional.

Desde este punto se comprende que una astucia del orden de la política institucional federal, la coparticipación de parte de las retenciones a la soja –más allá de que fuera un pedido repetido durante los más de 100 días de piquete– como modo de derramar su necesidad y utilidad en los complicados ejecutivos más pequeños, esté trocando fácilmente en una nueva justificación para pedir la suba del precio de la oleaginosa: “Nosotros las coparticiparíamos mejor”. Anteriormente, las 17 modificaciones al texto original de la Resolución 125, la legislación de arrendamientos, la suspensión de las retenciones móviles, la emergencia agropecuaria o el muy vasto pack de medidas surgidas de los encuentros recientes constituyeron una serie de caricias. En el medio, los ataques institucionales que supusieron la estatización de las cartas de porte, los encuentros entre Guillermo Moreno y grupos de chacareros, la publicación de las negociaciones secretas con la Sociedad Rural o las torpes dilaciones respecto de las promesas para con los tamberos. Ninguna de estas tres variantes permite correr al gobierno de su posición expectante, combatiendo en la palabra –desde el comienzo monopolizada por unas pocas y completamente interesadas cadenas de información– con un sector con el que finalmente no puede no sentarse a negociar. En ello no sólo le va su política de subsidio al mercado interno (vía desacople de precios internos y externos): se decide la gobernabilidad territorial y la recaudación fiscal. Y de allí que nada garantice, entre los vaivenes de una mayor o menor legitimación mediática o “social”, que los reclamos ruralistas no prosigan. En 2008 demostraron que, en tanto son los productores concretos, las fuerzas del mercado, pueden decidir cuándo el conflicto termina o empieza. En 2009 exhiben con sencillez qué es lo que es “el campo” dentro de la producción rural: el desarrollo descontrolado de la soja avanzando sobre cualquier otro tipo de actividad rural, fuera del imposible escenario de un subsidio que iguale la rentabilidad. Incluso, las patronales sumaron un pedido de mayor flexibilidad en las condiciones de empleo rural; reclamo macabro frente a todos los datos de pauperización laboral y sanitaria de los peones.

Las decisiones necesarias para disolver la paradojal posición del gobierno (volviendo fructífero al conflicto por medio de la transformación de su eje), su paso a una intervención productiva superadora del control regulador asistencial –sea por la fabricación de insumos, como se anunció en Brasil, por la ejecución directa de actividad agrícola para la seguridad alimentaria o por la participación como agente de peso en el comercio exterior– implicaría un nuevo cambio de fundamentos en las relaciones del Estado y el mercado. Mientras tanto, los ruralistas han reconocido que ya son capaces de modificar en su favor las relaciones que permitieron y ampararon su transfigurado renacimiento (en otro cuerpo, de muy otra forma respecto de aquellos que fueron los quebrantados de los 90). Es más: día a día la expresión de su posición es más desembozada, lo cual no deja de producir cierto rechazo y renuencia inéditos. La discusión presente no consiste (solamente) en la rentabilidad de un sector; consiste, cada vez con mayor claridad, en cómo su fuerza (por las vías que considere necesarias) avanza hacia una reestructuración legal que se ajuste ceñidamente a su posición social y económica de hecho: el patronazgo del pueblito.

Publicado en Pausa #33, 27 de marzo de 2009
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viernes, 13 de marzo de 2009

Ley de radiodifusión: un debate por la propiedad de la palabra



En medio de los vertiginosos cambios en los modos de experimentar, sentir y pensar el mundo, los medios masivos juegan un rol decisivo; aquí, algunas claves para entender la inminente discusión por el negocio de la información.


Por Juan Pascual

La discusión de una ley sobre la circulación de información bajo las exigencias de los soportes tecnológicamente constituidos supera con mucho la guerra explícita entre los intereses y propietarios de las principales empresas oligopólicas de medios y el gobierno nacional, ya pasadas las caricias mutuas de los tiempos en que Néstor Kirchner firmó el decreto 527, por el que se extendieron 10 años los plazos de las licencias de radio y televisión. Es la discusión sobre las tecnologías digitales, las que con mayor aceleración se han desarrollado en los últimos 20 años, diseminándose y transformando prácticamente todo lo viviente en sus opiniones, saberes y prácticas: en su experiencia de la vida. La segunda revolución del dispositivo de medios de comunicación ha cambiado otra vez la forma en que existe la experiencia de nuestra vida: cómo vivimos la política, cómo miramos las acciones de nuestros hijos, cómo sentimos miedo, cómo deseamos.

Unos pocos puntos atractivos tenía la oferta del primer –y local– Cablevideo, cuando todavía estaba tendiendo su cableado y no había atravesado aún los “bulevares”, esa cuasi trascendental frontera territorial de la ciudad. Había He-Man para el niño, María Amuchástegui para una madre aún sin el mandato de lucir como su hija –la que, a su vez, aprende cómo ha de mostrarse en las páginas de las revistas farandulescas–, los canales de Rosario (que no eran más que las repetidoras de los de Buenos Aires) y poco más. Cerca de los '90 apareció el ESPN original, completamente en inglés. Aquellos que permanecían con Canal 13 y ATC (sólo activo después de las 19 horas) exigían prueba empírica (y, por ende, televisiva) de que era posible recibir una señal desde Estados Unidos. No existía el zapping, un concepto ya hundido en los meandros de la web.

Casi al mismo tiempo, bajo el descuartizamiento del Estado, se privatizaron los canales de aire 11 y 13. En ese entonces, en una entrega de los Martín Fierro, Mirtha Legrand exigió a Carlos Menem no vender la señal de “La aventura del hombre”; veremos qué pasa con la opinión de la señora este año. Clarín y Editorial Atlántida lideraron la corta caminata hacia las redes concentradas de medios.

Muy (pero muy) difícil es reconocer una existencia si no se encuentra dicha bajo la voz mediática. A la vez, esa existencia, cuando pasa por esa voz, nunca vuelve a ser la misma. (La propia memoria de los medios se encuentra bajo esta lógica, de allí la facilidad con la que pueden mantener su minúsculo discurso autocrítico y su mayúsculo gusto por hablar de sus propios contenidos). Con la venta de la empresa telefónica estatal y el desarrollo de los celulares, la TV digital, Internet y los soportes digitales de datos, los medios masivos de comunicación tomaron un tipo de forma nunca visto antes, absorbiendo para sí la égida de los lenguajes humanos posibles, subsumiendo estilos, formatos, voces, pluralidades y, al mismo tiempo, abriendo o cerrando la ventana de la visibilidad (entonces, la de la existencia, casi).

Las actuales condiciones de la contienda política prometen un debate al menos intenso. El gobierno nacional avanzó con el anuncio producido en la apertura de las sesiones legislativas y con la prometida presentación pública del anteproyecto, el miércoles 18, bajo el probable título de “ley de servicios de comunicación audiovisual”. La convocatoria a esta presentación comprende prácticamente a toda la dirigencia social y política argentina: Iglesia, sindicatos, embajadores extranjeros, Universidad, partidos políticos. También se convocó a las cámaras empresariales de los medios de comunicación. Los mismos que van a hacer visible la noticia.

Para conocer las posiciones de quienes en Santa Fe se dedican a pensar y actuar sobre estos problemas y, sobre todo, para acercanos más a una cuestión que parece árida, apelamos a tres especialistas y tres preguntas.

a) ¿Cuáles son los puntos más cuestionables y los vacíos más significativos de la normativa vigente?

b) ¿Cómo evalúa la actualidad del trabajador de prensa y de las empresas periodísticas en relación con los derechos a la información y a la libertad de expresión?

c) ¿Qué cambio de posición debería asumir el Estado respecto del sistema de medios?

DOMINGO RONDINA. Abogado Constitucionalista, miembro de la Fundación Derecho Social.

a) La falta de adecuación de la ley a la tecnología actual es quizás la grieta más grave que está trayendo más dificultades en su aplicación. Y la falta de atención al fenómeno de la concentración mediática y de capitales poderosísimos en las empresas de medios.

A partir de allí hay graves fallas en la reducción de los monopolios, la libre competencia, el acceso del público a la expresión y el derecho a una buena información.

Y los problemas se han ido multiplicando por la cantidad de parches (reformas) que se aplicaron a la ley, lo cual fue creando un caos normativo, sin una idea rectora.

Por mi parte, sueño con que Internet se convierta en el principal medio de comunicación, por su absoluta libertad, su capacidad de burlar censuras y fronteras, y por la igualdad que garantiza en la difusión y el acceso a la información.

b) Creo que la profesionalización y los grandes contratos económicos de los periodistas, así como la vocación multiemprendimiento de las empresas periodísticas, desnaturaliza el criterio prevalentemente informativo que debería orientar la actividad. Pero de nada sirve llorar contra el viento, esa es la realidad, y lo que debemos hacer es buscar mecanismos que aseguren la competencia, que es la solución de casi todos los males.

También se deben fomentar políticas de subsidio a los medios probadamente comunitarios, o de interés social, pero por breve tiempo de modo de no limitar su independencia bajo la excusa de ayudarlos. O convertir medios independientes en órganos de difusión del gobierno.

Es cierto: no todos tenemos la posibilidad de llegar a un micrófono, o de editar un periódico, pero debemos tener la posibilidad de hacerlo y de informarnos a través del medio que elijamos.

c) No soy partidario de las regulaciones de contenido, y menos aún de los controles ideológicos de cualquier tipo. Sí creo que se debe favorecer el desarrollo de medios temáticos y de interés sectorial. El Estado debe intervenir lo menos posible, pero sí debe asegurar la libre competencia entre los medios, evitar los monopolios, y asegurar el acceso de toda la población. Y fortalecer la educación del consumidor de medios que es quien, en definitiva, asegura la subsistencia de una u otra señal.

ALDO QUIROZ. Periodista de la radio comunitaria FM Chalet. Integrante del Foro Argentino de Radios Comunitarias.

a) La parte más cuestionable de esta ley es que refleja el pensamiento de lo que significaba la doctrina de la seguridad nacional. Hay disposiciones vaciadas de contenidos, se falta respeto a los valores democráticos y a la Constitución Nacional. También, la ley quedó obsoleta por los avances tecnológicos. Hoy las grandes empresas periodísticas pertenecen a los multimedios. Deben existir límites a las corporaciones en lo que son las explotaciones de radio-televisión asociadas a los medios gráficos. En nuestro país no existe libertad de prensa, sino libertad de empresa. Y esto es totalmente distinto.

Hay una propuesta, elaborada por la Coalición por una Radiodifusión Democrática, que está integrada por distintas organizaciones sociales, gremiales, culturales y ONGs. En ella se acordaron 21 puntos básicos como núcleo de una futura Ley de Radiodifusión (ver en www.coalicion.org.ar).

b) Se puede afirmar que hoy el trabajador de prensa es un trabajador con un salario mal remunerado y esto va en contra de la libertad de expresión y la calidad de la información. Además, las empresas periodísticas condicionan a los periodistas y les imponen los temas que tienen que tratar y aquellos que deben dejarse de lado.

Las corporaciones manejan agendas que responden a sus propios intereses económicos y, por lo tanto, la realidad que expresan es totalmente sesgada. La información es como una mercancía que se ofrece a la sociedad. Y es así aun cuando los multimedios tengan distintas empresas con distintos discursos, informaciones y también posturas.

c) La radiodifusión es una forma de ejercicio del derecho a la información y la cultura, no un simple negocio comercial. Es un servicio de carácter esencial para el desarrollo social, cultural y educativo de la población, a través del cual se ejerce el derecho a la información. La promoción de la diversidad y el pluralismo debe ser el objetivo primordial de la reglamentación de la radiodifusión.

El papel del Estado es fundamental para definir una comunicación democrática. La nueva ley tendrá que garantizar que toda la sociedad pueda acceder al derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas, sin censura previa, en el marco del respeto al Estado de derecho democrático y los derechos humanos.

La publicidad oficial es uno de los elementos a definir: deberá ser administrada en forma democrática por el Estado a todos los medios. Las frecuencias radioeléctricas pertenecen a la comunidad, son patrimonio común de la humanidad y están sujetas por su naturaleza y principios a legislaciones nacionales y a tratados internacionales. Deberán adoptarse políticas efectivas para evitar la concentración de la propiedad de los medios de comunicación. La propiedad y control de los servicios de radiodifusión deben estar sujetos a normas antimonopólicas: los monopolios y oligopolios conspiran contra la democracia, al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la cultura y a la información de los ciudadanos. Las repetidoras y cadenas deben ser una excepción a la regla, a fin de priorizar el pluralismo y la producción propia y local, salvo para las emisoras estatales de servicio público o la emisión de acontecimientos de carácter excepcional. También se deberá definir a los medios estatales como públicos y no gubernamentales.

Es necesario, además, garantizar la seguridad intelectual y estética de los trabajadores de la comunicación y de todos aquellos que participan en la producción de bienes culturales y mantener un registro público y abierto de licencias de efectivo control del Estado: la explotación de los servicios de radiodifusión es indelegable y debe ser prestada por el propio titular de la licencia.

ALEJANDRO RAMÍREZ. Profesor de Políticas de la Comunicación en la carrera de Comunicación Social de la UNER.

a) Hay dos grandes grupos de problemas: por un lado, los de tipo técnico-político y, por el otro, los sociales. Entre los primeros –partiendo del origen espurio de la actual Ley de Radiodifusión Nº 22.285, decretada por la dictadura y firmada incluso por Videla y Martínez de Hoz, que los sucesivos gobiernos democráticos avalaron con modificaciones parciales–, podemos mencionar que en todo el texto aparece la mención a la radiodifusión y no a la comunicación. La diferencia radica en la concepción de “servicio” (así se lo denomina en la ley), situando la actividad como una mera transmisión de información desde unos medios a su público. En cambio, cuando se habla de comunicación se rescatan las diferencias (culturales, étnicas, políticas, religiosas, etc.) para promover el entendimiento, la comprensión, el acercamiento, incluso entre pueblos y naciones. La actual ley habla de “servicio” de “interés público” (art. 4), lo cual permitió que este “servicio” se vendiera como una simple mercancía y que incluso las propias licencias, que oportunamente fueron adjudicadas, se vendieran entre particulares sin control del Estado. Debe quedar claro en la próxima ley que la comunicación es un derecho humano y social que no puede asimilarse a un simple producto que se compra y vende, ni mucho menos que esté sometido a las reglas de la publicidad (privada o pública). Otro punto técnico-político cuestionable es que está habilitada la concentración de hasta cuatro licencias para una “misma persona física o jurídica” (art. 43), por 15 años y con posibilidad de 10 años más de “prórroga”, con el solo requisito de la “solicitud de los licenciatarios” (art. 41).

Entre otros puntos cuestionables (de la actual ley, pero también de la que está gestando el PEN), quisiera remarcar uno, que tiene directas consecuencias sociales: la ausencia de la población en la discusión y debate sobre un aspecto que afecta directamente no sólo a la democratización (o no) de la comunicación, sino fundamentalmente al involucramiento de la gente en los nuevos medios de comunicación, al punto tal de pasar a ser emisores de sus propias cuestiones y problemáticas comunitarias.

Al sentirse tan lejana a estas discusiones, la gente no sabe que está perdiendo la oportunidad de reclamar un espacio (una frecuencia para TV o radio comunitaria, por ejemplo) que le corresponde por derecho. De allí que se entienda el limitadísimo espacio que le brindan a esta cuestión los grandes medios nacionales, ya que no les conviene que la gente tome conciencia de sus derechos.

b) Salvo honrosas excepciones, tanto a nivel nacional como local creo que el trabajador de prensa hoy ocupa una de dos opciones: o es un instrumento generador de información que rellena espacios en los medios, o es un instrumento del poder político de turno, con el que –a cambio de publicidad oficial, canje por trabajo en una dependencia, etc– establece una relación de dependencia que lo transforma en un vocero del poder, con piel de “periodista”.

En un contexto donde los medios de comunicación se han concentrado –incluso los canales de aire de TV del interior, como Santa Fe y Córdoba– en manos de Clarín y Telefónica, los conceptos de “derecho a la información” y “libertad de expresión”, se han visto reducidos a mero “derecho a ver y escuchar la programación de ambos emisores” y “libertad para expresar el interés de estas empresas”.

c) Cualquier canal de televisión o estación del radio del mundo, para poder transmitir, requiere de un permiso de su Estado, que –a través de diferentes sistemas– le adjudicará el derecho a emitir. El Estado es fundamental e irreemplazable cuando se habla de comunicación: es el que administra las frecuencias. Hablar de Estado supone, a su vez, separarlo administrativa y políticamente del gobierno de turno, de modo tal de asegurar su independencia para respetar un principio democrático. Esto se logra creando –por ejemplo– un Consejo de Comunicación Social integrado por especialistas, representantes de la cultura, la educación, los trabajadores de la comunicación, las Universidades y los actores de los medios de comunicación comerciales y comunitarios, con consulta abierta a toda la comunidad. Expresada someramente, así habría una marcada presencia estatal pero sin control del gobierno, donde se contemplaría la participación de distintos sectores de la sociedad, respetando el sistema federal y garantizando la pluralidad.

Publicado en Pausa #32, 13 de marzo de 2008.
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