lunes, 20 de julio de 2009

Una deuda pendiente

Por Mabel Busaniche (*)

La escuela argentina tuvo una larga espera en dar respuestas a cómo y qué incorporar en las aulas sobre la “educación sexual”.

La ley 26.150, sancionada en octubre de 2006, instauraba la obligatoriedad de la enseñanza de esta temática en las escuelas, pero, su puesta en marcha se da a partir de la Resolución del Consejo Federal de Educación Nº 45/08 que aprobó en forma definitiva el documento “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral”, que se elaboraron para definir los contenidos básicos para que la normativa pudiera comenzar a efectuarse. Sin dudas, esta es una muy buena noticia porque el enfoque integral de la educación sexual permite que en todos los niveles del sistema educativo (desde el inicial hasta el superior de formación docente) se aborde la “construcción de la sexualidad desde dimensiones culturales, históricas, sociales, afectivas, éticas y también fisiológicas y biológicas”, considerando a las personas involucradas como sujetos de derecho desde la perspectiva de género.

La concepción de sexualidad de los contenidos se enmarca en la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que nos dice: “El término sexualidad se refiere a una dimensión fundamental del hecho de ser humano (...) se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. La sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos”. Por lo tanto la educación sexual en la escuela implica promover aprendizajes en tres niveles: el pensamiento, los sentimientos y las prácticas concretas.

Vale resaltar el valor del enfoque integral de la sexualidad, que no se reduce al modelo tradicional biologista. La propuesta –de acuerdo a la opción y posibilidades de cada jurisdicción– se aplicará en forma transversal en los niveles inicial y primario y abre la opción de que sea un contenido específico en el secundario para que las y los adolescentes puedan desarrollar contenidos más complejos y precisos. De esta manera, para su implementación en el nivel inicial, los “lineamientos curriculares” proponen desarrollar los contenidos en el marco de los siguientes ejes: conocimiento y cuidado del cuerpo; distinción de cuándo una interacción física con otra persona puede ser adecuada y cuándo no lo es, y tener autorización a decir “no” frente a estas últimas; conocimientos básicos del proceso de gestación y nacimiento; identificación y valoración de las diferencias entre mujeres y varones, etc.

En la escuela primaria y secundaria se propone que el abordaje se dé fundamentalmente desde las áreas de Ciencias Sociales, Formación Ética y Ciudadana, Ciencias Naturales, Lengua y Literatura, Educación Física y Educación Artística. En la escuela primaria se trabajarán temas tales como: reconocimiento de los Derechos Humanos y los Derechos del Niño; reflexión sobre las formas en que los derechos pueden ser vulnerados: el abuso y violencia sexual, explotación y “trata de personas”; exploración crítica de las relaciones entre varones y mujeres y sus roles sociales a lo largo de la historia; reflexión acerca de los modelos corporales presentes en los medios de comunicación y en la publicidad.

Y en la escuela secundaria se plantea –entre otros puntos– el conocimiento de todos los métodos anticonceptivos y la regulación de la fecundidad; el conocimiento de las situaciones de riesgo o de violencia vinculadas con la sexualidad: distintas miradas sobre la problemática del aborto (como problema ética, de salud pública, moral, social, cultural y jurídica; las enfermedades de transmisión sexual, el acoso sexual, el abuso y la violencia sexual, el maltrato, la explotación sexual y la trata; el respeto por la diversidad de identidades; la reflexión y el análisis crítico sobre la construcción social e histórica del ideal de belleza y del cuerpo de varones y mujeres; la reflexión crítica en torno a los mensajes de los medios de comunicación social referidos a la sexualidad y la necesidad de luchar contra las discriminaciones y los estereotipos.

Por otra parte, la propuesta incluye diversas estrategias para la búsqueda de consensos entre educadores y familias partiendo del reconocimiento de los derechos de estas últimas a participar activamente en la educación de niños, niñas y adolescentes.

Además, también se incluyen estrategias posibles de formación docente: talleres, asesoramiento, elaboración de planes de trabajo y materiales apropiados que cada jurisdicción desarrollará de acuerdo a sus planificaciones y posibilidades.

En suma: la educación sexual no es un asunto nuevo en las escuelas, la novedad consiste en que la normativa posibilita homogenizar los contenidos, estableciendo la equidad en el acceso a la información y formación de todo el alumnado. De esta manera se reafirma la responsabilidad del Estado en lo que hace a la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en cuanto a garantizar la igualdad y calidad educativa. Y formalizar y sistematizar saberes que históricamente habían quedado circunscriptos a la esfera de lo privado o a iniciativas dispersas.

(*) Coordinadora de Educación Sexual del Ministerio de Educación de la provincia.

Publicado en Pausa#39

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