Por María Claudia Albornoz
En abril del 2003 despertamos de la peor manera, con el agua al cuello, dándonos cuenta de que aquellas políticas que no están pensadas para la gente, están pensadas para hacer... negocios.
Esos negocios nos matan, nos enferman y nos atrasan como ciudad.
Las obras públicas que no son discutidas, consensuadas y controladas por los vecinos nos provocan más daños que beneficios y terminan contribuyendo a los negocios de los gobiernos de turno.
Las inundaciones son un gran negocio: se realiza una obra de defensa contra inundaciones, se deja abierto un tramo, se inunda la tercera parte de la ciudad, se declara la emergencia por catástrofe, se piden préstamos y subsidios para hacer las obras de cierre del anillo de defensa... pero no se colocan bombas extractoras y se vuelve a inundar la ciudad: negocio redondo.
Se proyectan barrios sin servicios, no se piensa ni en la salud ni en la educación de los vecinos porque estamos fuera de sus negocios.
Pasaron cinco años y los inundados fuimos descubriéndoles los negocios a los inundadores y nos fuimos organizando para denunciarlos, pusimos carpas, marchamos con antorchas y nos plantamos exigiendo justicia porque entendimos que sólo con impunidad es posible que hagan estos negocios.
En Santa Fe son muchos los grupos que se organizan para denunciar los negocios que hacen los gobiernos en contra de la gente y para, desde la dignidad, hacernos cargo de nuestra historia. Grupos de mujeres que luchan por la soberanía alimentaria y denuncian la sojización; mujeres que denuncian la trata de personas y se organizan para cuidarse del maltrato; hombres y mujeres luchando por obras públicas para el oeste; vecinos y vecinas que luchan contra la impunidad y por la justicia y denuncian a los genocidas.
Porque no hay nada peor, para los que hacen negocios a costa de la gente a través de sus cargos públicos, que la organización de las ciudadanas y ciudadanos luchando, denunciando, controlando y proponiendo para poder vivir dignamente.
Esos negocios nos matan, nos enferman y nos atrasan como ciudad.
Las obras públicas que no son discutidas, consensuadas y controladas por los vecinos nos provocan más daños que beneficios y terminan contribuyendo a los negocios de los gobiernos de turno.
Las inundaciones son un gran negocio: se realiza una obra de defensa contra inundaciones, se deja abierto un tramo, se inunda la tercera parte de la ciudad, se declara la emergencia por catástrofe, se piden préstamos y subsidios para hacer las obras de cierre del anillo de defensa... pero no se colocan bombas extractoras y se vuelve a inundar la ciudad: negocio redondo.
Se proyectan barrios sin servicios, no se piensa ni en la salud ni en la educación de los vecinos porque estamos fuera de sus negocios.
Pasaron cinco años y los inundados fuimos descubriéndoles los negocios a los inundadores y nos fuimos organizando para denunciarlos, pusimos carpas, marchamos con antorchas y nos plantamos exigiendo justicia porque entendimos que sólo con impunidad es posible que hagan estos negocios.
En Santa Fe son muchos los grupos que se organizan para denunciar los negocios que hacen los gobiernos en contra de la gente y para, desde la dignidad, hacernos cargo de nuestra historia. Grupos de mujeres que luchan por la soberanía alimentaria y denuncian la sojización; mujeres que denuncian la trata de personas y se organizan para cuidarse del maltrato; hombres y mujeres luchando por obras públicas para el oeste; vecinos y vecinas que luchan contra la impunidad y por la justicia y denuncian a los genocidas.
Porque no hay nada peor, para los que hacen negocios a costa de la gente a través de sus cargos públicos, que la organización de las ciudadanas y ciudadanos luchando, denunciando, controlando y proponiendo para poder vivir dignamente.
Publicado en Pausa #18, viernes 12 de setiembre de 2008
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